PERDON..

¿Me perdonas?

A veces uno necesita escucharlo, otras veces no importa,

el daño está hecho, no se puede volver atrás.

No siempre se puede reconstruir con el perdón la confianza deshecha, el dolor causado, las heridas infringidas.

A menudo llega demasiado tarde.

Primero se necesita tiempo para identificar el daño,

repararlo en la medida de lo posible y dejar que pase la oleada inicial de inmensa tristeza y decepción.

Después sólo queda la posibilidad del perdón.Claro que te perdono.

Pero no lo hago sólo por ti, por el cariño que todavía prevalece por encima del dolor, lo hago por mí.

Necesito perdonarte para que el dolor no se acumule y acabe convirtiéndose en una rabia contenida que me desborde.

Necesito perdonarte para no sufrir más por el dolor causado.

Necesito perdonarte para no sentir que nada valió la pena.

Necesito perdonarte para no pensar que fui un peón más de un juego en el que nunca quise participar.

Necesito perdonarte para poder librarme de lo que me pesa de ti del mismo modo que te libero de mí.

Necesito perdonarte para no acumular más fantasmas, para liberarme del pasado y seguir mi presente sin el peso de lo ocurrido.

Dicen que uno perdona pero no olvida. Quizá si olvidase fuera más fácil, pero mi memoria conserva ángulos infinitos.

El perdón es un mecanismo de curación,

la fórmula que nos permite no guardar rencor y poder seguir nuestro camino sin arrastrar heridas sin cicatrizar.

El perdón es una necesidad para no sentirnos atados al dolor causado por otros.Perdonar no exime en ningún caso de la responsabilidad, no justifica ningún acto.

Pero es que la culpa nunca ha servido de nada,

ni la de otros, ni la mía propia.

Así que como muchas veces me siento mal por no haber sido más lista,

por no haberlo visto venir antes,

por haber confiado más de la cuenta,

por haber pecado de ingenua, por bajar la guardia más de la cuenta,

por ser en parte responsable indirecta del daño que me causan…
...hoy también voy a perdonarme a mí