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Las mujeres que amamos demasiado, son rescatadoras desde su infancia, aprendieron a pertenecer cuidando a sus padres y/o a sus hermanos. Crecen sacrificando su infancia, dándola como tributo a cambio de amor.
Son madres desde pequeñitas, complacientes, lectoras perfectas de las necesidades de los demás, excepto de las propias, siempre para todos, nadie para ella...
Luego sin cambiar el chip... atraen a su vida, trabajos, amistades, parejas donde ese será su rol y su cometido. Darse sin límite... vaciarse hasta el extremo. Para luego terminar enfermas, deprimidas y quejándose de que nadie las aprecia, sintiéndose explotadas y utilizadas ...
Pero ¿Cómo te van a apreciar si eres lo seguro, la incondicional, la que no espera nada?
Pero ¿Cómo te van a apreciar si eres lo seguro, la incondicional, la que no espera nada?
Mujer a ti no te toca cuidar ni rescatar, ni mucho menos curar las heridas que otros hicieron. No te toca cargar con la injusticia de lo que otros dejaron de hacer en la infancia de sus hijos.
Si eres una mujer adulta de quien Si te toca ocuparte es de las carencias de esa niña que fuiste, nadie va a ocuparse de ella, esa es tu responsabilidad. Si además eres madre, cuando te ocupas de sanar tú, desde ahí podrás ser la madre que tus hijos necesitan, pues tu energía ya no andará desperdigada en múltiples asuntos y cargas que no te corresponden.
Tú puedes con lo propio y con tus hijos, tu energía alcanza perfecto, respeta ese orden y verás como se empieza a acomodar todo.
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